martes, 25 de noviembre de 2008

México que viene y vendrá y nunca llega

TIERRA DE BABEL
Jorge Arturo Rodríguez

Pues en eso del caso Mouriño, yo no sé si fue un accidente, un atentado, una conspiración, un ajuste de cuentas o fue la Virgen o una turbulencia –¿de intereses?-. Vaya, que el imaginario colectivo del mexicano corre muy rápido y sin importarle los infortunios. Pero a mí me llega a fastidiar tanta verborrea política y mediática, y todo pa’ llegar a lo mismo de siempre: nunca la verdad auténtica, porque la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Sabemos bien que el que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla, y ésta es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés.
Pero lo entiendo, en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira. Además, la verdad es hija del tiempo, no de la autoridad. Porque los hechos son muchos, pero la verdad es una. ¿La sabremos algún día?
Fuese lo que fuere, sepan que no hay muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia pone en cuestión al mundo. La muerte es un accidente, y aun si los hombres la conocen y la aceptan, es una violencia indebida, lo dijo Simone de Beauvoir.
Entonces, “y si Juárez no hubiera muerto… todavía viviría”. Así que, sobre el muerto las coronas, o lo que es lo mismo, el show debe seguir.
Según Juan Manuel Rodríguez –quien escribió al columnista Julio Hernández López, autor de “Astillero”-, “Calderón no dedicó ni una sola palabra de aliento o consideración por las víctimas peatonales del accidente. No ofreció hacerse cargo de ellas y su pena. Estaba ensimismado. Era el presidente de unos cuantos cuates, no de los mexicanos, como pretende ser. Por otra parte, sus palabras y su gesto no corresponden al impacto de una muerte accidental, sino al de un acto de guerra. Guerra que él declaró, sin consultarnos. Entonces, tal vez considera que los muertos peatonales son sólo daños colaterales”. (La Jornada/ 6 de noviembre/2008).
Leyendo a vuelo de pájaro el discurso que Calderón pronunció en la Ceremonia Luctuosa en memoria del licenciado Juan Camilo Mouriño Terrazo, creo que Juan Manuel Rodríguez tiene razón, sólo fueron unos parrafitos los que les dedicó a los “muertos peatonales”, la mayor parte se la llevó Mouriño. Pero, además, vuelve Calderoncillo a esa esperanza que me sabe a desesperanza, a sinsabor, cuando dice: “Hoy más que nunca es momento de mirar hacia el futuro, es momento de perseverar en la superación de la adversidad y en la construcción de esta Patria, esta Patria más justa, más próspera, más segura que soñaron nuestros compañeros y en la que nos empeñamos a diario millones de mexicanos”.
Y termina diciendo: “Seguiremos construyendo el México distinto y mejor en el que creemos y en el que soñamos. Un México donde impere la justicia, la verdad, la libertad; un México seguro, un México limpio, un México próspero. Ese México vendrá y entonces nos daremos un abrazo, contentos por una nueva victoria, alegres por el deber cumplido”. ¡Viva!
Me recuerda al mensaje que dio como presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos, el 10 de septiembre de 2006, durante el evento "Unidos Somos México", celebrado en la Plaza de Toros México: “Por el México que soñamos, un México justo, un México libre, un México limpio, un México seguro, un México democrático, no nos detengamos en el camino, no nos arredremos ante la adversidad. Por ese México que viene, por ese México ganador, hagamos la tarea, vamos juntos a llevar a México al futuro”.
Y siempre ese México que viene y vendrá y nunca llega. Como nunca llegó el “Yo veo un México…”, de Luis Donaldo Colosio.
Nada que ver con aquello de “He visto la tierra prometida. Puede que no llegue allá con ustedes, pero quiero que sepan esta noche que, como pueblo, llegaremos a esa tierra”. (Martin Luther King, 3 de abril de 1968, un día antes de ser asesinado).
Obama, mamá
El mismo día de la muerte de Mouriño, Santiago Vaconcelos y compañía, Barack Obama gana las elecciones presidenciales de los Estado Unidos de Norteamérica. Atento veía en la tele los resultados desde los Estados Jodidos Mexicanos –creo que “jodidos mexicanos” es pleonasmo-, cuando de pronto, sopas, que se nos cae el avión; no, la aeronave; no, güey, el Leartjet, naco dejarías de ser. Pero bueno, que se nos cae esa madre encima y…Pos ya saben todo lo que siguió y a la fecha continúa: mentiras y más mentiras; aliento de esperanzas y más esperanzas para “Vivir mejor”.
Al día siguiente veo en la prensa una foto de Obama besando a su esposa, vaya, su vieja Michelle, celebrando el histórico triunfo ante miles de personas congregadas en el Parque Grant de Chicago, donde dijo en su discurso: “Se avecinan tiempos duros, pero prometo que siempre diré la verdad”. Otra vez la verdad, pero ahora allá en el país del norte y pos ojalá suceda como cuando dicen que si Estados Unidos estornuda, a México le da gripe, y aquí aprendamos al menos a no decir y vivir con tantas mentiras, sobre todo de nuestras autoridades y políticos.
Cierta vez, cuando me trasladaba en taxi, escuché que en el asiento trasero una mamá le preguntaba a su hijo quizás estudiante de secundaria: “¿Y finalmente quién ganó, hijo?” A lo que contestó el avezado imberbe, molesto: “Perdió el América, mamá”. “No, no, hijo, en Estados Unidos, esos que estaban peleando por ser presidente…” “Ay, mamá, creo que Obama, mamá”. Luego, la madre se dirigió al chofer: “Y qué terrible ese avionazo, ¿verdad?”. El chofer contestó: “Pos yo creo que ya les traían ganas, con eso de la mafia del narco. La mamá comentó: “Qué horror, a dónde vamos a llegar...” El chofer dijo: “Mire, como ya estamos jodidos, no creo que muy lejos, no más ahí atrasito…” No escuché más, había llegado a mi destino, a chingarle para los frijoles.
De cinismos y anexas
* Con lo que van a recibir nuestros diputados de aguinaldo o nuestros consejeros electorales de bono de partida, ya no sé realmente qué quisiera ser cuando sea grande; pero pensándolo bien, creo que mejor líder sindical…, al menos me tocaría una Hummer.
Nota: Gracias a Marco Tulio Cicerón, Manuel Vicent, Antonio Machado, Ramón de Campoamor, Sir Francis Bacon y Rabindranath Tagore, por sus sugerencias sobre la verdad.

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